domingo, 17 de mayo de 2009

Tu voz


Dura más un hielo bajo el sol que mi estabilidad bajo tu voz.
Pero tu voz no es más que la ausencia pura de nosotros,
lo único que sobrevive al cerrar la puerta,
lo que me mantiene a tu lado en tu ausencia.

Traté de ahogar tu voz en la botella,
pensé que no recordarla me daría fuerza para dejarte ir.
Pero si tú no te quieres ir… yo no te puedo echar.
Tu voz en mi cerebro retumba en mi garganta,
callando y besando mi adiós.

Porque estando juntos tu calor me quema, se convierte en mi hoguera
y el frío de tu ausencia no la apaga.
Y me veo encarcela por el delirio que en tu presencia me condena.

Porque es tu voz la que tengo guardada en mi lonchera,
que me alimenta y tu cuerpo el postre que endulza la distancia.
Esa distancia que me lanza en caída libre a ti, cada vez que tu voz pronuncia mi nombre,
o cada vez que tocas mi puerta.

Dale a mi garganta la misma libertad que le concedes a mi tiempo,
para que pueda decir adiós.
Paga mi fianza y redime mi cuerpo.

No me llames… enmudece tu presencia.
O mejor quémate con migo en la hoguera.

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