sábado, 8 de septiembre de 2012

Cap.8 de una historia no escrita

Cap8:Principe Gris

Se lograba respira el desolado amargo del carmín.

En esa habitación a medio iluminar, entre el sol que penetra la resaca y la obscuridad del recuerdo mediocre, que quedaba plasmado en imágenes rasgadas por el deseo de no recordar.

Pero por dentro, él deseaba que ella no se levantase nunca de esa cama, sabiendo que llegó a ella por la hipnosis ocasionada por esas piernas cruzadas que no terminaban nunca , sus labios rojos, sosteniendo con un delicado tacto el filo de una copa, la cual entonaba con sus zapatos y esos ojos que quitaban cualquier culpa.

Pero su aroma no derretía el oro que ahorcaba su dedo, esa mañana sin pulso.

Pero ella se levantó, sin saber que a su lado yacía la necrosis de una vida atrapada en una mala decisión, se colocó nuevamente su vestido, que caía como hoja en otoño sobre su espalda... lo besó, un beso con puntos suspensivos, vistió sus tacones, y se marchó.

Cada vez que el tacón pegaba en la madera de ese cuarto de hotel, fabricaba un hueco en su conciencia, por donde se empezó a filtrar el descaro.

Ella dejó su teléfono al lado de un sueño dentro de su bolsillo, y él sabiendo que el sonido de sus tacones debía ser lo último que escuchara de ella, se vistió de vida ajena y a sangre fría, desgarró dos corazones que cargaban con el error de creer en el azul.

domingo, 15 de abril de 2012

Countdown to 30's

Cian y magenta


No sé si estas tan cerca que te puedo acariciar con el aire de una historia,
o tal lejos, que es impalpable la historia que respira dos tierras.

Si pudiera besar la imagen distorsionada y traer de vuelta el minuto donde igual no hubiese podido cambiar nada.

Si hubiese podido atrapar esa risa en el aire, para soltarla en el silencio incómodo que sucede después de la primera lágrima.

Como cualquiera de mis libros que no terminan, en ese aire quedó atrapado nuestro cuento sin fin, a causa de unos ojos que no pasaron más la página.

Si pudiese meterme en tu copa de vino, y embriagar la historia que me dejaste, cuando te llevaste entre tus maletas mi cordura.

Si pudiese entender los opuestos de tu mente, para distinguir los momentos en que tus ojos me miran, y callar cuando sólo se trate de vos.

Si tan sólo supieras que soy ese ser que encontraste sin buscar, y que seguís guardando junto a todos, sin darte cuenta que desentono.

O si de una vez por todas, yo pudiese entender, que soy la puerta a la realidad que huyes, y así buscar de nuevo el tono que me haga encajar.