lunes, 17 de noviembre de 2008

Boceto

Si mi vida fuera un boceto, marcaría más fuerte las líneas de mi errores para no olvidarlos, le pondría color a las heridas y borraría las bases que definen la línea por donde se camina, liberando ataduras que nos mantienen al margen de los sueños.

No sabría cuantas veces arranqué el papel del cuaderno para empezar de nuevo sin éxito, tratando de dibujarlo diferente terminan siendo las mismas líneas, un poco más perfectas.

Haciéndole punta a mi cabeza e imaginando con el lápiz la siguiente línea me pongo a pensar en los trazos que se hicieron con miedo, o en los que no se hicieron del todo.

Por eso esa noche rompí el último borrador que tenia, y frente a mi hoja en blanco apareciste, quitándome los colores que tenía iniciaste ese boceto en mis hombros y contra todo esquema trazaste líneas rápidas y sin pensar… aquí no existen borradores.

Sorprendiéndome en cada línea dibujaste en toda mi espalda. Un poco asustada lograste sacar de mis sueños lo que tanto intenté crear en una hoja.

Aquí no hay grafito que defina las siluetas… que el aire se encargue de darle forma y el cielo color, y que las olas te borren igual como la mano arranca el papel si algún día el mar decide llevarte. Dejando el diseño plasmado en mi memoria sin dejar rastros en una hoja arrugada al lado de mi pasado, sólo el recuerdo de la espuma que será la última en ver tu rostro.

viernes, 7 de noviembre de 2008

En las paredes de mi cráneo

Cap I

La espera

La falta de oxígeno por la resaca de la cordura me esta asfixiando en esta espera.
Los días vuelan, pero el calendario muerto no pasa, sólo existe para acordarme de lo sola que estoy, se logra oír el tic tac tras el monitor, una imagen que esta a punto de disolverse entre tantos píxeles.
Tiemblan las canillas del esfuerzo golpeando sus rodillas... ¿estará trabajando horas extra? en cualquier momento cae la noticia como piano en fábula que no volverá.
Un timbre abominable despierta mi cuerpo en las mañanas, pero sólo el parpadeo de luz con tu nombre bajo el monitor despierta mi alma, para acostarla de vuelta unas horas después... que días tan cortos.
Una taquicardia en mi interior presenta el hecho de que sólo es un recuerdo atrapado entre las paredes del cráneo, sin una entrada de luz para escapar, la necesidad de olvidar una conexión efímera que ya no está, que ahora se esconde bajo la sombra de ese recuerdo, o se disfraza de un buen comentario en el momento apropiado, pero si le preguntás a la razón, es sólo una caricatura de periódico, algo banal.
El equilibrio enterrado en la barra del bar bebiendo desinterés en las rocas.
Alimentando al auto sabotaje, entendiendo que no es esa voz que me enseñó a volar, las alas ya las traía.

Es curioso ponerse a oír a la mente, se contradice en el momento en que se escucha, si tan sólo pudiera entender lo que dice, o me diera una señal de que está limpia, y que lo que piensa no es el resultado a una noche de alcohol que tuvo mientras yo dormía.
Madrid, España, ciudad que no sabe de mi existencia, ni creo que le quite el sueño no saberlo... alejada y fría logra mi atención, como esos días de colegio en donde no sos más que un estudiante caminando por los pasillo sin ser notado, pero están estos seres que todos miran, y de repente todo gira al rededor de sus actos, ellos no saben quién sos, pero tu hígado los tiene bien presentes. La diferencia es que no es mi hígado luchando contra España, aquí hay dos rondas, primera lucha capricho vs. soledad, el que gane luchará contra Madrid, y mis apuestas corren por soledad, el capricho no tendrá las fuerzas para ganar por a alguien que conoció en persona quince días, unas vacaciones por el cielo con tiquete seguro a la tierra, y un mal piloto que te trae de vuelta. Señores, preséntenme con el departamento de mercadeo, no es posible que no hayan promociones a mitad de millas... o tan sólo un próximo vuelo, pagando hasta el último billete.
Esa es mi espera, en cualquier minuto, le ofrecen ese trabajo soñado, ese futuro deseado. Al menos ya es camino conocido, hace unos años metí mi alma en un avión directo a China... no volvió. En esa época mis cuerdas vocales quedaron prisioneras por un nudo, mis ojos debían usar flotadores debido a su prolongada estadía en alta mar, mis pulmones aprendieron a guardar reservas para cuando me olvidaba respirar.
Por eso es que mi cordura se embriaga en las noches, porque sobria sabe que España no es más que un recuerdo dentro de las paredes de mi cráneo.



Cap. II
El escondite del alma


Ayer tuve un sueño, no de esos como Luther King, no creo ser un personaje que pase a la historia de esa forma, pero soñé que mi madre cuando tenía problemas se escondía como un niño se esconde de los fantasmas. Pero ella se escondía sentándose sobre el ventilador de techo y ella no daba vueltas; lo que me pareció extraño e inusual fue el escondite. Yo a veces me escondo de mis fantasmas internos tras una sonrisa, me escondería detrás de mi ojos pero a ellos les cuesta eso de la mentira, en cambio de una sonrisa en tan fácil, si uno mira al rededor verá cientos de ellas, cuáles son 100% reales no sabremos nunca, a menos que en un estornudo deje en descubierto a la persona tras ella, y se quede sin escondite, al menos por unos segundos lograrás ver al actor fuera de escena, y ahí sabrás si seguías su carrera o a su persona.
Es difícil ver caer el teatro, pero una vez en el suelo no hay manera de remontarlo, no es como los consejos de montarse de nuevo al caballo, porque el caballo que botó el teatro se vuelve tu enemigo, como todos los que presenciaron la obra, por eso hay que ser real, no habrá teatro que caiga, y ser actor será sólo parte de un pasatiempo.







Cap. III
Fantasmas de closet

1987 fiesta de la alegría en el kinder, con la presencia de un M&M gigante, era como ver uno de esos fantasmas de closet nocturnos, pero estaba ahí, en mi cara, a plena luz de día, gigante bola de pelos café, con una sonrisa tiesa sin expresión alguna, tras esa sonrisa lograba ver un par de ojos viéndome directo y gritando risas. En cada paso que daba lograba sacarme una lágrima, no se que era más fuerte, su voz gritando alegría, o mi galillo gritando mamá. Por más que corriera no encontraría nunca mi cama, con lo que si pegué fue con las piernas de mi madre, la cuál me alzo y me dijo palabras de aliento, me acercó poco a poco a ese monstruo de closet, y noté que en cada levantamiento de brazos dejaba caer algunos chocolates, y al mirar a mi alrededor note que todos reían, y rodeaban con cánticos a la bola peluda... Era yo la rara, la niña triste en brazos, hoy desearía que todos mis problemas fueran ocasionados por ese monstruo de closet, y las palabras de aliento necesarias fueran las mismas "tranquila, aquí esta mamá".
Hoy ese monstruo de closet es dinero, trabajo, amores... y por más que grite "mamá" a la una de la madrugada no se irá. Creo que hubiera aprovechado mejor esa tarde con el M&M ya que un préstamo no te arrojará nunca un chocolate.


Cap. IV
Decorando mi mente

No es mi vida la que se divide en capítulos cortos, es mi mente, por eso talvez no detallo las situaciones y simplemente me apego en una idea por varios segundos, así me desligo del mundo y me pierdo en las paredes de mi cráneo, a veces creo que debería decorarlas ya que paso la mayor parte del tiempo ahí. Eso hice con mi cama, me di cuenta que al estar en casa, la mayor parte del tiempo lo paso ahí, ella cuenta con una memoria mejor que la mía, nunca se le olvidó del tijeretazo que le di en la sábana en un intento de aprender a cocer.
Una tarde después de lidiar con mi cama que tenía de pequeña, tras seiscientas vueltas mientras sonaba la madera de vieja, se me salían los pies al querer estirar al aburrimiento decidí cambiarla, deshacerme de ella y con ella algunos recuerdos ya inútiles.
Llegó mi cama nueva, un poco de aire fresco, un cuaderno en blanco el cuál decoré de almohadones que sustituyen el espacio vacío que aún intento llenar, por dicha a mi cabeza no le cabe una almohada.


Cap. V
Olor a tierra mojada


¿Has bailado alguna vez bajo la lluvia? cuando crecemos se nos olvida esos pequeños momentos que nos llenan aunque sea por un instante, dejando en cada gota una sonrisa, tomando de cada gota una esperanza.
Una vez leí, “para que esperar a que pase la tormenta, si podemos bailar bajo la lluvia”. Nos enfocamos en los truenos mentales en vez del olor de la tierra mojada que sale de su sonrisa… de cualquier sonrisa.