martes, 2 de junio de 2009

Hospital General de Angustia

Trabajo en la sala de emergencias de este hospital, todos los días atiendo casos lejanos a mi corazón, esos sólo tienden a inquietar.
Otros días atiendo quejas, una muy común es de un mosquito que vive en un país democrático y convive en una burbuja burocrática, ese pequeño animal molesto se alimenta de la poca esperanza en crisis… he llegado a sentir su picadura.
Un caso innumerable de picaduras de abejas XY, suero extinto hace generaciones atrás, y sin vacuna. Hay que aguantar el dolor hasta que pase el efecto, lo más recomendado es escuchar a los pacientes en su agonia.
Es un trabajo duro, me pagan con dureza pero me pagan muy bien, he podido llegar a ahorrar.
Hay personas con asma a los malos tratos, es algo inevitable en el ambiente y otras con defensas extra para tales casos, pero ellas llegan luego con casos graves de explosión interna
Todos caminan por los pasillos de este hospital, con un corazón herido, una lágrima quebrada, un pulmón presionado, o una esperanza envejecida.
Hay millones de casos en este hospital, cada ventana del alma tiene una historia que curar.
Me declaro también paciente. Pero como paciente salí de emergencias hace tiempo, ya no las tengo. Ahora tengo un cuarto reservado, me recuesto, me coloco la sonda y me pongo a dormir.

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