jueves, 10 de diciembre de 2009

Minutos antes


La respiración mata los momentos de silencio en donde mi alma vaga por las paredes de mi cráneo, buscando respuestas en los grafitis de la corteza, esperando a que mi cuerpo caiga en coma profundo para que mis sueños se apoderen del momento, y aprendan a contar palpitaciones como lunas llenas, para saber los años de insomnio que tienen mientras duermo.

Al colocar la caja fuerte llena de combinaciones que ni yo descifro sobre la almohada, se crean nuevas contraseñas que sólo el inconsciente alcoholizado memoriza, (eso me recuerda regalarle post its) ahí guardo hasta el último recuerdo que logro ahorrar, ya que muchos se escapan por la bolsa del viento o los utilicé para pagarle al desinterés. Pero los importantes… o su recuerdo, descansan en ella, y claro uno que otro colado que adora abarcar espacio, porque ni al caso su presencia.

Escuchando la música de fondo del concierto nocturno del gueko que se apoderó del reverso del espejo, para no ver su soledad, entran en flirteo los parpados en un baile de acecho que al unirse y alejarse logran un punto medio para hacerse uno mismo oscureciendo al mundo.

¿Y después me preguntan que porqué duermo tanto?
Me encanta el ritual que sucede unos minutos antes de lanzarme al abismo de la quimera.

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