domingo, 15 de abril de 2012

Cian y magenta


No sé si estas tan cerca que te puedo acariciar con el aire de una historia,
o tal lejos, que es impalpable la historia que respira dos tierras.

Si pudiera besar la imagen distorsionada y traer de vuelta el minuto donde igual no hubiese podido cambiar nada.

Si hubiese podido atrapar esa risa en el aire, para soltarla en el silencio incómodo que sucede después de la primera lágrima.

Como cualquiera de mis libros que no terminan, en ese aire quedó atrapado nuestro cuento sin fin, a causa de unos ojos que no pasaron más la página.

Si pudiese meterme en tu copa de vino, y embriagar la historia que me dejaste, cuando te llevaste entre tus maletas mi cordura.

Si pudiese entender los opuestos de tu mente, para distinguir los momentos en que tus ojos me miran, y callar cuando sólo se trate de vos.

Si tan sólo supieras que soy ese ser que encontraste sin buscar, y que seguís guardando junto a todos, sin darte cuenta que desentono.

O si de una vez por todas, yo pudiese entender, que soy la puerta a la realidad que huyes, y así buscar de nuevo el tono que me haga encajar.


2 comentarios:

Alejo Z. dijo...

Esa distancia, que como la más encantadora melodía se le interpone la sordera. Es cruel, pero a la vez esclarecedora.

Alejo

PSYCOMORO dijo...

Las distancias se resisten a regalarte instrucciones, PªU. Nos dejan espacios para que descansemos antes de calcular lo que nos queda hasta la próxima historia. Y entre una cosa y la otra, acertamos a ir viviendo.